lunes, 17 de diciembre de 2007

Prefiero dormir.

Ya la conocía de antes. Nos habíamos besado sin pasión hacía algunas semanas. Luego supe que le contó a alguna amiga que yo no había hecho nada por llevarla a casa. Supongo que eso le causaría algún tipo de curiosidad. Había salido con una amiga y dos tipos. Los conocían de algún otro sitio. Sus padres estaban fuera y los había invitado a dormir a casa. Me paré a saludarla aunque no sabía ni donde estaba. No tenía nada que decirle, supongo que me quedé delante de ella sin pensar en nada. Ella debió creer que la estaba escuchando. El que le tocaba a ella se despistó un momento y me la llevé aparte. El rollo de la casa, la amiga y los dos tipos lo supe luego, actué por inercia. Nos quedamos el resto de la noche sentados en un lugar aparte. Ella no quería andar por ahí conmigo para que no nos vieran. Nos encontraron mis amigos, se sentaron con nosotros. Yo estaba cansado, deprimido y muy borracho, lo que hacía que aún estuviera más cansado y deprimido, y además con náuseas. Mis amigos se iban y yo quería largarme de allí con ellos.

-No, él se queda.

Dijo ella

-¿Te quedas?

-No sé, tío, quiero ir a dormir, estoy cansado.

-Venga, duermes en mi casa, conmigo.

-Está bien, me quedo con ella.

Buscamos a sus amigos. Habían estado un buen rato tratando de dar con ella. Su amiga estaba liada con el suyo, el otro iba solo. Yo me sentía un ladrón, un usurpador. El tipo aquel no tenía más remedio que volver con ella a su casa y masturbarse tratando de olvidar que ella se estaba follando a otro en la habitación de al lado. No era una situación agradable tampoco para mí. Ya en la calle, a la luz del día, me quedé mirando las tetas de su amiga, creo que todos lo advirtieron. “¿También te lo quieres hacer con esta, gilipollas?” Debieron pensar. Si me hubieran pegado una paliza allí mismo no me hubiera tratado de defender. Montaron los cuatro en un coche blanco. Yo debía seguirlo. Lo conseguí a duras penas.

Ya en su casa, ella me metió en la habitación de sus padres. No podíamos hacer mucho ruido, su hermano estaba durmiendo en la misma planta. Joder, nena, tú si que sabes hacer sentirse cómodo a un hombre. Me quité los zapatos y me tumbé en la cama. Ella, a los pies de la esta, se desnudaba. Estaba realmente buena. Era como en las películas malas de mafiosos. Esos que llevan una funda de guitarra y al abrirla dentro guardan una recortada. Vestida sabías que debajo había algo bueno, pero cuando se quitaba la ropa era mucho mejor de lo que imaginabas. Era peligrosa. Había un espejo de cuerpo entero en la pared. Se plantó ante él. - ¿Sabes?- Dijo. –Lo que más me gusta de mí son mis tetas, estoy orgullosa de ellas, creo que las saqué de mi madre. – Y se sacó el sujetador. – No están mal.- Seguía delante del espejo, mirándose, de frente, de perfil. Subió a la cama y me sacó los pantalones. Ella hablaba y hablaba. Me habló de su ex novio, su gran amor. Siempre hay un ex novio. Siempre te hablan de él antes o después de follarte. Siguen enamoradas de él pero las trató tan mal. Te sientes como algo ajeno a ellas, te follan por venganza o para intentar olvidar. Pero no te enfadas con ellas. No hablan para que las escuches, hablan para ellas, son ellas las que se están intentando convencer de que lo que están haciendo no está del todo mal. Y yo, cuando la oigo hablar así, me meto en la piel de ese tipo, me la imagino con sus ojos clavados en los míos, mi polla en su boca y tratando de olvidar que en algún momento le estará hablando a otro tipo desnudo de mí, de lo mal que la traté. Y me veo en alguna otra cama, algún coche aparcado, alguna playa, deseando desaparecer o estar en algún otro lugar. Como ahora me siento. Se sentó encima mía, se movía mecánicamente, sin pasión. -¿Sabes? A mí lo que me gusta es tumbarme bocabajo, es de la única manera en que llego al orgasmo, con mi novio siempre lo hacíamos así.- Está bien, lo capto, la tumbé. Ella no paraba de hablar. –Nena, si no te callas no me voy a poder concentrar. Y tú tampoco.- No me ponía cachondo su larga melena rubia, su lisa espalda, su culo duro como de mármol, su coño rasurado, los gemidos que ahora salían de su boca. Lo dejé.

-¿Qué haces, porqué paras?

-Ya acabé.

-¿Ya? ¿Te has corrido?

-Claro.

-Si apenas la tenías dura, no te has corrido.

-Que sí, joder, quiero un cigarro.

-En el balcón, esta es la habitación de mis padres.

-Hace frío.

-Aquí no.

Me levanté de la cama. Fui al baño a mear.

-¡Joder, podrías cerrar la puerta!

Vaya, ahora se ofende porque he dejado la puerta abierta.

Recogí mi ropa y me vestí.

-¿No te quedas a dormir?

-No puedo dormir en otra cama que no sea la mía.

-Venga, túmbate un rato conmigo.

-No, si me quedo me quedaría dormido.

-Acabas de decir que no puedes dormir sino es en tu cama.

No puedo dormir contigo, no quiero dormir contigo. Ni con ninguna. Quiero irme a casa, cerrar las persianas y fingir que soy la única persona en el mundo. Quiero tumbarme a pensar en ella, mortificarme con la idea de que está durmiendo con algún otro. Con cualquier otro, en la cama de sus padres, oliendo a su sudor y con su esperma en sus entrañas. Quiero llorar hasta caer dormido. Quiero soñar con ella y despertar con la almohada húmeda, no quiero verte a ti ni a ninguna dormida a mi lado. Porque no me lo merezco. Porque la traté tan mal. Porque esa es la historia que ella estará contando justo ahora. Porque es lo que me merezco. Y de no ser así es lo que quiero merecer. Y no quiero oír más tu voz chillona, no quiero ver tus enormes tetas ni quiero que me sobes con tu culo al despertar para intentar ponérmela dura. Quiero ir a casa.

-Lo que quiero decir es que dormiría mal. Venga, sé buena y deja que me marche, te llamo cuando despierte.

-Como quieras. Pero llámame en cuanto llegues para saber si has llegado bien con el coche.

-Seguro.

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