martes, 26 de febrero de 2008

Mala semilla.

La última semana del mes es siempre la más dura. Siempre sin dinero, siempre un mes más cerca del siguiente invierno. Recuerdo un verano en el que solo trabajaba algunos días a la semana, algunas ni eso. Me llamaba un tipo, le cuadraba algunas cuentas, escribía alguna carta o le hacía cualquier recado como llevar papeles de un lado a otro. Yo necesitaba el dinero y no hacía ninguna tontería, salvo no cogerle el teléfono porque estaba de resaca, lo que al fin y al cabo era peor para mí porque ese día no me soltaba ningún billete. Además, no iba a quedarme con ningún papel que él me confiara ¿de qué me iba a servir? Tampoco tengo madera de extorsionador, no se me hubiera ocurrido ninguna manera de sacarle dinero por ningún secreto que me confiara. Era constructor. Y putero como el que más. Tenía negocios con proxenetas. Era iletrado y grosero. Y luego estaba la manera en que trataba a las putas. Una vez me citó en un club. Todos fantaseamos con la idea de meternos una raya directamente del culo de una mulata, una vez que ves hacerlo se rompe la magia, solo puedes sentir lástima por la chica y deseos de partirle la cara al cerdo que la mata poco a poco. Era de la clase de personas que te reconcilian con tu extrema pobreza. Viéndolo podrido de dinero llegabas a la conclusión de que el dinero se deposita en la gente de una manera tan arbitraria, absurda y obscena, sin importar si el que lo posee es inteligente o bobo, honrado o un ruin hijo de puta, que el hecho de no ser millonario no obedece a que no tengas talento o visión empresarial, pocos escrúpulos o ambición, es nada más que una grotesca casualidad. Así que cuando te encuentras con los bolsillos vacíos solo te cabe pensar: “joder, al menos no es culpa mía”.

Así estaba yo, con los bolsillos vacíos. Tenía la posibilidad de empezar en otro sitio. Un amigo estaba trabajando en otra ciudad. Arreglaba contratos, bajas laborales y ese tipo de cosas en una clínica privada. -Siempre hace falta gente – decía - todo el tiempo, el negocio va bien y cada mes hay uno o dos nuevos, podrías venirte.- Pero necesitaba algo de dinero para buscarme algún sitio donde dormir los primeros días y no tenía ni para el autobús. Así que solo podía callejear durante el día y dormir por la noche esperando la llamada de aquel tipo. No podía ni comprar alcohol para hacer la espera más llevadera. Una de esas mañanas de fin de mes me llamó:

-¿Quieres ganar cien euros?

-Joder, claro que quiero.

-Está bien, ponte un traje y espérame esta tarde en el bar de debajo de la oficina.

-¿Un traje? No tengo ningún traje.

-Pues lo compras.

-¿Con qué dinero? No tengo dinero para comprar un traje.

-No puedo creer que no hayas podido comprarte un traje con todo el dinero que estás ganando gracias a mí.

-Pues no, no he comprado ningún traje.

-Está bien, pasa por mi casa, mi mujer podrá dejarte alguno mío. O de mi hijo que serán más de tu talla y no parecerás un fantoche.

-Cualquiera parece un fantoche con un traje.

-No me toques los cojones y haz lo que digo.

Su mujer. Genial. Otra desertora del arado. Una mujer que pasó de estar cuidando los niños a una pija a ser la pija de la noche a la mañana casi sin poder digerirlo. Solo la había visto un par de veces, esperaba que me reconociera. Para colmo tuve que ir a su casa andando. Cuando dije que no tenía dinero ni para el autobús no estaba exagerando. Toqué a la puerta. Quién me abrió no fue la señora de la casa, sino su hija. La reconocí por una foto que tenía mi jefe en su despacho. Joder, pero en la foto no tenía aquellas tetas ni aquellas piernas tan largas. Creo que se dio cuenta de que la miraba de arriba abajo y luego otra vez arriba:

-¿Quién eres y qué quieres?

-Vaya, no te gusta andar por las ramas.

-¿Perdona?

-Soy… es por tu hermano, mira, no, no te preocupes, soy amigo suyo. Verás, es algo embarazoso, menos mal que eres tú y no tu madre ¿Ayer no vino a dormir, verdad?

-No, no vino a dormir.

¡Genial! Estos pijos son tan previsibles. No tenía necesidad de jugármela a una sola carta, pero las palabras me salían solas:

-Verás, me acaba de llamar. Ayer conoció a una chica. Total, se fue a dormir con ella, o lo que sea que hicieran, creo que no hace falta que te dé más detalles ¿verdad? No, si ya decía yo. Bueno, se fueron a un hotel en el centro y se acaba de despertar y la chica no está. Ni la chica ni su cartera, el reloj, el móvil y por supuesto la ropa…

-¿Qué?

-Como lo oyes, me ha dicho que viniera inventando algo, que él no tenía la cabeza fría como para pensar en excusas, pero te he visto y sé que serías comprensiva con su hermano y con su situación, con todo eso y que no hacía falta engañarte. Por supuesto que no debes decir nada a tus padres, me mataría, encima que ha confiado en mí.

-¿Pero qué dices, a qué viene esto? Si fuera verdad podrías prestarle unos vaqueros y una camiseta. ¿Quién coño eres?

-No, no, escucha. Es totalmente cierto. Por lo visto tiene una reunión o algo parecido, ya sabes que no le gusta mucho hablar de negocios ni siquiera con los amigos. Necesita uno de sus trajes y algo de dinero, quiero decir, sus papeles y esas cosas. Y dinero, eso también, para pagar el hotel y lo demás.

-Esto no tiene ningún sentido. Hubiera llamado a su novia.

-Vamos, no seas inocente, no podría contarle esto a su novia. Mira, creo que te lo puedo demostrar. No lo podemos llamar al móvil porque se lo robaron pero podemos llamar al hotel y preguntar si está allí. Tal vez así me creerías.

-¡No vas a entrar a mi casa!

-Sí, claro, me hago cargo. Solo llama al hotel, pregunta si está alojado tu hermano. Por supuesto no pidas hablar con él, me mataría, se supone que tenía que conseguir su ropa y sus papeles sin revelar la historia, es solo para que te asegures de que en realidad está ahí y confíes en mí.

-Está bien, espera aquí.

Me cerró la puerta en las narices, pero pude verle el culo unos instantes. De nuevo me lo jugaba todo a cara o cruz. Saqué mi teléfono del bolsillo y marqué el número de Juan Carlos. Era recepcionista de día y camello de noche aunque a veces no sabías donde acababa el recepcionista y donde empezaba el camello, sobre todo durante el día, de veras que se movía mucha droga en ese hotel tan caro. ¡Bingo! Estaba trabajando. En su trabajo, los dos, es importante contestar siempre al teléfono. Confirmaría mi historia. Al poco se abrió de nuevo la puerta:

-Pasa.

Joder, sí.

-Oye, perdona que antes fuera tan maleducada, es que me vienes de pronto con esa historia tan rara, comprenderás que lo único que podía pensar es que eras una especie de loco o de estafador.

-No te preocupes, nena.

-Voy a buscar la ropa de mi hermano, sírvete un zumo o algo.

-Gracias, creo que será algo.

Tardó bastante en bajar y cuando lo hizo venía con un traje, un maletín, el pelo suelto y oliendo a perfume. Oh dios, era mi día de suerte.

-Vaya, lo siento, solo me he servido a mí, tenía que haberte puesto una copa, que descortés.

En realidad iba por la tercera.

-No te preocupes, es mi casa, puedo ponerme todas las copas que quiera. Supongo que tendrás prisa.

-Sí, tu hermano debe estar preocupado.

-Que espere ese cabrón, menudo susto me ha dado.

Esa chica sabía de verdad lo que se hacía.

-Solo he podido conseguir quinientos euros, espero que llegue para pagar el hotel y lo demás.

-Oh, no te preocupes, lo que falte lo puedo poner yo, de hecho el dinero no era importante, lo hubiera puesto yo es tu hermano, ya sabes que no le gusta deber dinero ni favores. Aunque ahora me debe uno. Nos debe uno a los dos.

-Y tanto que nos lo debe.

Solté ese nos a propósito, pensaba que si la hacía creerse mi cómplice crecería el grado de intimidad entre los dos. En realidad no hacía mucha falta:

-Bueno, dime ¿de qué conoces a mi hermano, del trabajo?

Estaba sentada a mi lado con las piernas cruzadas, balanceando una de ellas y rozándome la pierna con el pie. El vaso en una mano y acariciando el borde con la yema de un dedo. Pensé que esa chica había visto muchas películas.

-En realidad de mucho antes, de la facultad. Pero es normal que no me conozcas, yo he estado siempre viajando, mi padre quería un hijo que conociera mundo e idiomas para llevar sus negocios y me ha tenido siempre de acá para allá.

-Es una lástima no haber coincidido antes.

-Ya lo creo.

No tenía mucho tiempo, yo me la quería tirar desde que me abrió la puerta y estaba claro que ella se me estaba insinuando, pero no era del tipo de las que les puedes decir: “¿follamos en el sofá o en el suelo?” Después de haber conseguido el traje y la pasta no quería echarlo todo a perder por un polvo rápido, ya estaba decidido a largarme, la miré para decirle que me largaba y me la encontré desabrochándose la camisa. Vaya sorpresa, era de las que tienen las cosas claras.

En seguida la tenía desnuda y tumbada. Fue arrastrándose y empujándome hacia abajo hasta que me tuvo comiéndoselo. Cuando decidí que era suficiente le dije que era su turno:

-No, no. Claro que no. Yo eso solo se lo hago a mi novio.

-Vamos, nena, no seas injusta.

-He dicho que no.

-Está bien, nena.

Quise meterla pero no quería, decía que quería jugar un poco más. Cogió mi mano y la puso en su entrepierna. De nuevo empezó a contorsionarse.

-Bésame abajo.

-Claro nena.

Le besé el cuello.

-Más abajo –Gemía.

Le besé las tetas.

-Esto es todo lo abajo que me vas a tener.

Ahora estaba algo contrariada. Yo también. Se la metí y acabé rápido, no está mal tampoco cuando vas solo a lo tuyo. Cuando acabamos me vestí, cogí las cosas y me largué.

Cogí un taxi, fui al aeropuerto. En el baño me puse el traje y tiré mi ropa.

-Un billete, por favor.

-¿Bussines class?

-No, esta vez será en turista, señorita.

-¿Visa o Mastercard?

-Pagaré en efectivo.

No hay comentarios: